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PRESENCIA REAL Y SUSTANCIAL DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA

9 de abril de 2012

DE LA EUCARISTÍA EN GENERAL

NOMBRES Y SIGNIFICADO

1. LOS NOMBRES DE LA  EUCARISTÍA.

I. Eucaristía. El término Eucaristía (Εύχαριστία) es un compuesto de tres palabras griegas: Eu (εύ) que significa buena; jaris (χαρισ) sinónimo de gracia; y eia (τία) que equivale a acción. Eucaristía, pues, etimológicamente equivale a acción de buenas gracias.

Aunque ninguno de los evangelistas, ni apóstol alguno aplica el nombre de Eucaristía a este misterio, sin embargo al describir los tres sinópticos y el apóstol san Pablo la institución de éste sacramento nos refieren, empleando los cuatro el mismo término, que Eujaristesas (Εύχαριστησας), esto es dió gracias.

De este verbo evangélico nació, con toda seguridad, el término Eucaristía que hallamos ya en el siglo I usado en la Didaché, en S. Ignacio de Antioquía; en el siglo II en S. Irineo y S. Justino; y extendido entre los primeros Padres y los primeros fieles como el denominador de la más cumplida acción de gracias.

El término, pues Eucaristía significó desde el principio la buena gracia o la acción de las buenas gracias, y, según el parecer de Ss. Padres y teólogos, fue así llamada: Bien sea, porque dando gracias instituyó Cristo este sacramento; bien porque contiene en sí y real y personalmente presenta a la mejor de todas las gracias, al Manantial de la gracia, a la Gracia misma sustancial Cristo Jesús; bien, porque mediante este sacramento obtienen, los que de él participan, las mejores y más abundantes gracias.

II.  Nombres con que los apóstoles la designan:

  • Cena domínica, o Cena del Señor, porque en la última Cena y en memoria del Señor Jesús fué instituída.
  • Fracción del pan, ya que Jesús, al instituir este sacramento: «Tomó el pan, le partió o fraccionó, y le repartió entre ellos» (Luc. XXII, 19).
  • Comunión, o sea, comunicación o participación del cuerpo y de la sangre de Cristo.
  • Cuerpo de Cristo, sangre de Cristo, cuerpo del Señor, cáliz del Señor, mesa del Señor, cáliz de bendición.

III. Otros apelativos. Se le llama: a) Por razón de su materia: Pan vivo, pan de vida, pan de ángeles, pan místico, pan del Señor, pan sobresustancial, alimento y convite. b) Por razón de su forma y de la acción que la produce: Eulogia, bendición, consagración, Misa y Liturgia. c) Por razón de su dignidad: Sacramento de los sacramentos, santísimo Sacramento; el santo del Señor; misterio sagrado, o divino, o admirable o arcano. d) Por razón de los efectos que produce: Sinaxis o comunión, es decir, unión de los fieles entre sí y con Cristo; sacramento del amor, de la unidad, de la paz; viático o pan itinerario de fortaleza en el último trance. e) Por razón del tiempo y lugar de su Institución: Última Cena, Pascua, sagrada  mesa, sacramento del altar, ágape.

LA PRESENCIA VERDADERA, REAL Y SUSTANCIAL DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA Y EL NUEVO TESTAMENTO.

2. ERRORES. 

I. Edad Antigua. De entre los antiguos herejes ninguno negó directamente la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Indirectamente la negaron los Docetas; según sus enseñanzas: Cristo no tomo verdadera carne; en consecuencia, en la Eucaristía no existe verdadera carne de Cristo.

II. Edad Media. En el siglo IX, Juan Escoto Erigena, varón docto pero demasiado dado a novedades, escribió confusa y oscuramente sobre la presencia real; según unos, parece negó la presencia real; en opinión de otros, en nada erró en este punto. En el siglo XI, el francés Berenguer, después de haber negado la transustanciación, escribió sobre la presencia real en una forma confusa y contradictoria; admitía, a juicio de muchos, únicamente una presencia de actuación, de dinamismo, pero no real ni personal. Condenado en varios concilios franceses e italianos terminó por retractar sus errores. [Conc. Rom. VI: Sobre la Eucaristía. Denz. 355].

A los albigenses, en el siglo XIII, cupo la triste gloria de ser los primeros que ciertamente rechazaron la presencia real y sustancial de Cristo en la Eucaristía.

III. Edad Moderna. Siglo XVI. Lutero admite la presencia real de Cristo en la Eucaristía, principalmente al tiempo de realizarse el convite, o sea el tiempo de distribuirse entre los fieles la comunión, y la defiende contra sus correligionarios los Sacramentarios, porque, como él escribe, son tan expresivos los textos evangélicos, despiden tales fulgores que resulta imposible retorcerlos dándoles otro sentido. Negó en cambio la transustanciación y condenó, como el más impío de los abusos, el santo sacrificio de la Misa.

Los protestantes sacramentarios o simbolistas, Zwinglio, Ecolampadio y Carlostadio enseñaron que la eucaristía no era otra cosa que el signo o figura de Cristo. Según Zwinglio, el verbo sustantivo es del texto esto es mi cuerpo, equivale a significa y todo el texto puede y debe explicarse en esta forma: Esto, que os entrego para que lo comáis, es el símbolo de mi cuerpo, representa arbitrariamente el cuerpo que por vosotros entrego. Según Ecolampadio, el término cuerpo del texto es metafórico, equivale a figura o verdadera semejanza de mi cuerpo, y por tanto, lo que se come no es el cuerpo real y verdadero de Cristo.

Entre estos dos extremos Calvino toma por el camino del medio. El cuerpo de Cristo, dice, no está real y sustancialmente presente en la Eucaristía, el pan y el vino eucarísticos son símbolos del cuerpo y sangre de Cristo, pero no son meros símbolos; en realidad el cuerpo y la sangre de Cristo se unen en el comulgante. Parece querer decir que el cuerpo y la sangre de Cristo no entran por la boca, pero se hallan en el comulgante como si realmente hubieran penetrado por la boca; y lo que ciertamente dice es: Que el cuerpo de Cristo, real y sustancialmente presente en el Cielo, está virtualmente presente en la Eucaristía; virtualmente es decir, mediante su actuación y virtud, por las cuales y la fe santifica a los que comen este pan, de la misma manera que el sol se hace presente en la tierra por su actividad y calor sembrando por doquiera movimiento y vida.

Para componer entre la gray protestante estos litigios en materia tan fundamental, propuso Melancton en la Confesión Augustana varias fórmulas. He aquí una de ellas: «Sobre la Cena del Señor enseñan: Que en ella están presentes y se distribuyen a los fieles el cuerpo y la sangre del Señor, bajo la especie o apariencia  del pan y vino». Olía esta fórmula demasiado a catolicismo, no fue aprobada y ni con ella ni con otras pudieron ser aplacados los disturbios (Confes. August., art. 10).

Los poderes civiles de Prusia y de otros estados alemanes impusieron alguna unión en lo que se llamó Agenda. Quedó arrumbada la doctrina de Lutero y triunfante la de Calvino con alguna ligera variación. En consecuencia, los protestantes alemanes no admiten la presencia real de Cristo en la Eucaristía.

IV. Los Anglicanos. El libro oficial de Preces y con él los primeros anglicanos admitieron en sus comienzos la presencia real del cuerpo y la sangre de Cristo; pero poco a poco, como se echa a ver en las notas oficiales puestas a este libro, fueron conformándose con el artículo 28 prescrito en tiempos de la reina Isabel y sumándose a la doctrina de Calvino.

Del movimiento religioso que inició Pusey, y que tantas y tan célebres conversiones al catolicismo produjo, nació el Ritualismo. Los Ritualistas y en general muchos de la High Church buscan una vía media que sin declararlos católicos romanos no se enfrente con la tradición, tendencia ésta que se centró en el Congreso Anglicano habido en Londres en el año 1900; admiten hoy la presencia real y sustancial de Cristo en la Eucaristía, admiten el sacrificio de la Misa, persisten en negar la transustanciación.

V. Según los protestantes Liberales y Modernistas: La Eucaristía, que en cuanto tal no fué instituída por el Señor, lejos de contener real y sustancialmente el cuerpo y la sangre de Cristo, no fue en su mente otra cosa que: O un mero símbolo de su amor, de su donación total, de su muerte violenta y saludable; o un ágape amistoso de la fraternidad y amor con sus discípulos, tipo y signo de lo que debía ser el Nuevo Testamento.

3. CENSURA O GRADO DE CERTEZA DE LA PRESENCIA REAL Y SUSTANCIAL DE CRISTO EN LA EUCARISTÍA

Que Cristo está real, verdadera y sustancialmente presente en la Eucaristía es artículo de fe católica definido en [1] el Concilio de Trento: «Si alguno negare que que en el santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre juntamente con el alma y divinidad de Jesucristo Nuestro Señor, y por consiguiente Jesucristo todo entero, sin que dijere que sólo está en él como señal o figura, o virtualmente, sea anatema».

En consecuencia es de fe que todo Cristo con su humanidad toda y su divinidad está presente; verdaderamente, esto es, no en símbolo, en señal o figura; realmente, esto es, no solamente por aprensión mental o por fe; sustancialmente, o sea, no únicamente mediante su actividad y eficacia.

[1] Ses. XIII, can. 1; Denz. 883

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