EL SACRÍLEGO VIAJE DE PAULO VI A FÁTIMA (1967)
Era el deber de Paulo VI, hacer una peregrinación a Fátima, para rezar junto a la multitud católica de Fe tradicional, para impetrar de la Virgen la misericordia de Dios y, en consecuencia la paz en este mundo revuelto.Bueno, no. Paulo VI si fue a Fátima el 13 de mayo de 1967, a cincuenta años de las Apariciones celestiales, pero no fue para ver, sino para hacerse ver; no para escuchar el mensaje de la Madonna, sino para hablar él; no para arrodillarse, sino para dominar ante una interminable multitud en oración; no para recibir ordenes celestiales, sino para imponer sus proyectos terrenos; no para implorar la “paz”de la Virgen Santa, sino para pedirla a los hombres, para imponer, allí, en el dominio de María Santísima, los “planes” del Mundo Masónico de Manhattan: en una palabra, para permanecer fiel a si mismo.
Se lo vio desde el principio. Con un pretexto pueril y poco educado, humilló al Presidente de Portugal, Salazar (uno de los más prestigiosos jefes políticos de este siglo, uno de los mayores autores de la civilización cristiana); en primer lugar, por no detenerse a recibirlo, en una dependencia; luego al recibirlo como a un ciudadano portugués cualquiera, sin séquito, sin fotógrafos, sin siquiera el aparato que en su lugar hubiera exigido su dignidad. Así, humillando al Jefe de Estado, Paulo VI humilló también a Portugal –el país más fiel a la Fe católica- no dando ningún peso ni a la nación ni a su jefe. Hasta incluso la prensa progresista subrayó aquel gesto de desprecio ostentoso, que Paulo VI tuvo por aquel pueblo todavía profundamente católico.
Después, celebró, en lengua portuguesa, una Misa ligera y fría, imposible de seguir, tanto que incluso Laurentin la definió“ balbuceante”. Se notó que sus discursos no contuvieron sino breves alusiones a las Apariciones de 1917, y, también de todos modos superficiales y frías.
Preocupado por sus quimeras políticas y ecuménicas, Paulo VI había hecho organizar una serie de “audiencias” que debían ocupar todo su tiempo; especialmente, un “encuentro ecuménico” con los “representantes de las comunidades no católicas”. Pero el Señor lo humilló. De todos los invitados, no fueron sino dos presbiterianos, los cuales, luego, no comprendieron el discurso en francés de Paulo VI, debiendo cambiar con ellos solo pocas palabras inútiles, mientras tantos buenos católicos hubieran querido rezar y también hablar con él.
Sin embargo, no habiendo querido visitar los lugares de las Apariciones, en la Cova da Iria, a pesar de su proximidad, dio a todos la impresión que él no creía. Pero ya cuando llegó a Fátima no había encontrado el tiempo para saludar, en primer lugar, a Nuestra Señora de Fátima, porque subió de inmediato al podio, saludando a la multitud.
Había pasado delante de la Madonna sin siquiera alzar los ojos hacia Ella, al igual que luego no recitó el Rosario con la multitud. También la TV hizo ver, y los periódicos relataron que Paulo VI no había siquiera recitado una “Ave María”. Finalmente, la última de los videntes, la Hermana Lucía, le pidió, llorando, algún instante de coloquio en privado; pero Paulo VI le negó también eso.
Su intérprete, P. Alùeyda, en una entrevista concedida a la Radio Vaticana recordará:
«Lucía expresó el deseo de decir al Papa alguna cosa a él solo, pero el Papa respondió: “Vea, no es el momento. Por lo que,si tiene alguna cosa que comunicarme, dígalo a su Obispo, y él me lo comunicará. Tenga plena confianza y obediencia a su Obispo en todo”».
Aquí, el intérprete terminó diciendo: «Y el Papa bendijo a la Hermana Lucía, como un padre bendice a una hija querida que, tal vez, no volverá a ver más».
¡Ya…! ¡Porque también hay “gracias” que no se repetirán…!
En este punto, no puedo evitar de recordar que, seis días antes, el 7 de mayo, Paulo VI había encontrado el tiempo para encontrarse con Claudia Cardinale y Gina Lollobrigida en San Pedro, con intereses totalmente distintos…y que diez días más tarde,el 17 de mayo, Paulo VI había escuchado con gran atención a los presidentes israelitas de la organización oculta del “Templo de la Comprensión”.
Pero era evidente que debía ser así, para un “Montini”que había traicionado al Papa Pío XII para tratar con Moscú, y que, por lo tanto no podía creer,ya desde entonces,en las Apariciones de Fátima,en las Apariciones de una Madonna, que no negociaba con Moscú, como hacía él, sino que, al contrario, advertía al mundo que se convirtiera para no caer en las garras del Comunismo satánico, gobernado por la Masonería.
Y así, el Mundo, propiamente por culpa de PauloVI, ha continuado recorriendo el camino de la perdición, hacia el castigo, hacia la pena. Pero entonces, ¿porqué viajó Paulo VI a Fátima… tal vez para sustituir su mensaje al de la “Reina de la Paz”… aquel mensaje que él difundió en Manhattan, en la ONU, pidiendo la “Paz” no al Cielo, sino a los corazones de los hombres, en los cuales Paulo VI confiaba?
De hecho, presentándose en la ventana de su apartamento en el Vaticano, la tarde misma de su regreso de Fátima, él dijo:
«En Fátima hemos interrogado a la Madonna sobre el camino que conduce a la paz, ¡y nos respondió que la paz es realizable!»
¡Verdaderamente descarado! ¡Bella faccia tosta! Como decir que la Madonna lo había alentado a continuar con su “Gran designio” de conducir a todos los hombres a construir la paz no con la “Oración” y la “Penitencia”, sino con la doctrina de la “Populorum Progressio”, vale decir: “¡Progreso y Paz”!..
Pero esto sería como asignar al Cielo su “Mensaje” recitado en Manhattan, que la “Paz” es posible porque los hombres son buenos: que la “Paz”, más bien, es obra de los hombres, fruto de sus esfuerzos convergentes bajo la dirección mundial de las Organizaciones Judeo-Masónicas.
Inútil es buscar de explicar de otra manera su “Mensaje”. Basta releer aquella su“Oración”, no a Dios sino a los hombres,con la que cerró su viaje a Fátima:
«¡Hombres, procurad ser dignos del don divino de la paz! ¡Hombres, sed hombres. ¡Hombres, sed buenos, sed sabios, sed abiertos a la consideración del bien total del mundo¡ Hombres, sed magnánimos…! ¡Hombres, recomenzad a acercaros los unos a los otros, con pensamientos de construir un nuevo mundo! ¡Si, el mundo de los hombres verdaderos, los cuales no podrán ser nunca tales sin el sol de Dios sobre su horizonte!» (DC n ° 1495 col.980)
Don Luigi Villa, Doctor en Teología – Pablo VI ¿beato? (2005)